Las víctimas suelen ser los
blancos más fáciles para el agresor. Son muchas y variadas las razones que
pueden llevar a un niño o adolescente a arremeter contra otro, pero un denominador
común es que la victima presenta una o varias diferencias con el agresor que
este entiende que lo hacen vulnerable e inferior a él, y es esa situación
ventajosa la que permite al matón desarrollar sus maldades a su libre albedrio.
Los escolares que presentan
una discapacidad física y psíquica, una apariencia física concreta que llaman
la atención (obesos, de baja estatura, etc.), que son de otra raza, de distinta
ideología política, que sufren dificultades para desarrollar sus capacidades
motrices o intelectuales o, simplemente, que estén aislados del grupo de influencia del agresor, suelen los
colectivos mas vulnerables.
Según expertos existen dos
tipos de víctimas de bullying, estos son: las víctimas pasivas y
provocativas.
Las víctimas pasivas
presentan una problemática interiorizada, es decir, guarda su malestar
replegándose sobre sí mismo y experimentando ansiedad. En lugar de actuar,
llorar, se paraliza y aísla.
Son ansiosos, sensitivos,
solitarios, carecen de autodefensa, no piensan rápidamente, y tienen pocos
amigos que les den apoyo.
Provocativos: rápidos de respuestas, impulsivos, molestan a los
niños que atacan a los bullies, reciben los ataques, no se defienden ellos
mismos.
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